NASA apaga instrumentos de las sondas Voyager para prolongar su vida en el espacio interestelar

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Los ingenieros de la NASA han comenzado a apagar ciertos instrumentos en las sondas gemelas Voyager 1 y Voyager 2 con el objetivo de extender su capacidad de exploración más allá de los límites del sistema solar.

Para conservar energía y permitir que continúen enviando datos desde el espacio interestelar, los expertos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA desactivaron el experimento de rayos cósmicos a bordo de la Voyager 1 el pasado 25 de febrero. Además, se tiene previsto apagar el instrumento de partículas cargadas de baja energía en la Voyager 2 el próximo 24 de marzo.

Las sondas Voyager fueron lanzadas en 1977 con un conjunto idéntico de diez instrumentos. Desde entonces, han viajado distancias sin precedentes: la Voyager 1 cruzó al espacio interestelar en 2012 y la Voyager 2 lo hizo en 2018. No es sorprendente que ambas se enfrenten ahora a un suministro de energía en constante disminución, considerando que juntas han recorrido alrededor de 47.000 millones de kilómetros, convirtiéndose en los objetos creados por el ser humano que han llegado más lejos de la Tierra.

Energía más allá del sistema solar

Las dos naves dependen de un sistema de energía basado en la conversión del calor producido por la desintegración de un isótopo radiactivo de plutonio en electricidad. Sin embargo, este sistema pierde aproximadamente 4 vatios de energía por año en cada sonda, lo que hace necesario apagar gradualmente ciertos instrumentos para prolongar la duración de la misión.

Durante los años 80, varios instrumentos de ambas sondas ya fueron apagados después de que completaran su exploración de los gigantes gaseosos del sistema solar. Esta decisión permitió extender la operatividad de los dispositivos restantes y garantizar que siguieran enviando información sobre el espacio profundo.

En octubre de 2024, los operadores de la NASA también desactivaron el experimento de ciencia del plasma de la Voyager 2, que tenía la función de medir el flujo y la dirección del plasma en su entorno. Sin embargo, debido a la orientación de la sonda en relación con el flujo de plasma interestelar, la cantidad de datos que lograba recopilar en los últimos años era limitada.

A pesar de los desafíos energéticos, ambas sondas continúan transmitiendo información crítica sobre las regiones inexploradas del espacio. Los científicos de la NASA trabajan para optimizar su uso y asegurar que sigan operativas el mayor tiempo posible. Con cada ajuste, las Voyager avanzan un poco más en su odisea interestelar, marcando el camino para futuras generaciones de exploración espacial.